No es de extrañar que después de dos años de trabajo constante en los periódicos, y la edición de dos tomos con los "Articuentos", y "Cuerpo y Prótesis" al alcance de todos los públicos (editado por Punto de Lectura), de su colaboración con Antonio Fraguas "Forges" en los abrevaderos númericos, Juan José Millás nos sorprenda con una novela con la que ha recibido el Premio Primavera de Novela 2002.
No es de extrañar tampoco que ahonde en eso que llaman realidad para desmontarla y volverla a tender en unos tendederos próximos al supra-realismo, bautizado muy apenado por la Realidad Suprema. Este woody allen de las letras se las arregla para cogernos de la mano y montarnos y desmontarnos un armario con un centenar de cajones donde las palabras se forman en una probable realidad cotidiana. En "Dos Mujeres en Praga", nos invita a dar una paseo por la cera de enfrente, a asirlo todo con la parte izquierda, a negar el lado derecho de nuestra visión de nuestro caminar constante por esa realidad -la de los Otros-.
Luz Acaso es la Elena Rincón de este nuevo escenario. Es la mujer que nos va a conducir, o mejor dicho, nos va a construir su pasado, invento de la realidad. Creará una realidad mentirosa, otra realidad que embauca a los personajes que pululan a su alrededor no más que para dar el significado existencial que está buscando desesperadamente, como sucede en la mayoría de los personajes de Juan José Millás. La Elena Rincón ("La soledad era esto", Premio Nadal 1990. actualmente en las pantallas cinematográficas) de esta nueva dosis de suspense intencionado, quiere relatar su biografía por eso acude a unos Talleres Literarios, para que la construyan a ella. Ahí empezará el entramado de motivos que dan volumen a la novela. Praga está situada en los apartamentos de Luz, justamente en la calle María Moliner, en Madrid. Allá se trasladará María José, una falsa tuerta que navega por el lado izquierdo de la vida, empeñada en investigar sobre el lumbago, o l´ull vago, y construir una novela de la que sólo cuenta con e principio. A partir de la visita a los talleres, dónde conoce a Álvaro Abril, la trama sigue en un intento de encontrar la personalidad y el pasado de esos personajes. El propio autor, como un Miguel de Unamuno esperando en su despacho a Augusto Pérez, aparece a bocajarro en las páginas de su novela, convirtiéndose en un engranaje desenvolvente de la trama. El tema de la adopción, de llegada la hora pensar que quizás la madrona se equivivocó, y gracias o desgracias a Dios eres adoptado. La fantasías eróticas de un púvil escritor que va a caer a los brazos del propio Juan José Millás. El descubrimiento de ese lado izquierdo abierto de par en par para escudriñarlo palmo a palmo. La meta-novela servida en bandeja de plata al Club de Fans de Juan José Millás, que no esperaba menos de su ídolo. Por que sí, para que engañarnos, Juan José Millás está de moda, y de momento no parece querer dejar la escena literaria y periodística. Allá donde dirijas tu intelecto está Millás, ya sea cada día con sus articuentos, o en la radio, o haciendo reportajes a Penélope Cruz, o quién sabe si no seremos nosotros mismos personajes de una de sus obras. Por lo menos atisbamos a un supuesto escritor humilde que nos deleita con ráfagas de una realidad que no es realidad, una realidad novelada para intentar parecerse cada vez más a la realidad vivida por todos nosotros. Por si acaso la luz no llega, me voy por la acera de enfrente justo por la izquierda a ver si me encuentro, a ver si encuentro de una vez esa frase que me defina, esas palabras que me hagan ser, que me hagan personaje presente de esta vida in-vivible, de esta realidad novelada. Menos mal que nos que nos queda la literatura.
Eddie (J. Bermúdez)
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