Nosotros defendemos el libro y la cultura

El Gobierno de España va a dictar una serie de medidas que denomina "liberalizadoras". Una de ellas supondrá la derogación del precio fijo de los libros de texto.- Me gustaría señalar algunas de las características de la norma a adoptar, las causas y efectos que puede tener.-


La medida no ha sido pactada con el sector ,tal y como se ha dicho desde el Ministerio. Ha sido adoptada, valga la redundancia, por decreto, y con la anuencia cómplice, convertida en silencio casi vergonzoso, del Ministerio de Cultura. Ha sido tomada contra un sector del que se desconfía (editores y libreros) y que se desconoce. Es tan evidente que la norma beneficia a las grandes superficies en contra del pequeño y mediano librero que pienso que incluso pueda haber sido sugerida directamente por ANGED (asociación de grandes superficies)

El decreto es deficiente técnicamente. La distinción entre libros de texto y no de texto muchas veces es complicada y va a resultar difícil. Cabría especificar también que tipo de libros de texto son los incluidos.( ¿ Universitario,bachiller, básica ..? ¿ Que ocurre con los libros de texto de importación?)

Por otro lado entra en contradicción con la Ley de comercio puesto que ésta prohibe la venta a pérdidas. Otorga más libertades en la determinación del precio a los libros de texto, que por ejemplo, a las latas de tomate.

Los efectos de la norma no son los descritos. La norma no beneficiará al consumidor ni contribuirán a que baje la inflación. La posibilidad de que los minoristas efectúen descuentos libres en los precios de los libros de texto va a tener consecuencias claras e inminentes: Empresas poco implantadas en el sector (grandes superficies) entrarán utilizando los libros de texto como señuelo. Los utilizarán como "islas" de pérdidas dentro de los océanos de beneficios que proporcionan otros productos. Quitarán éstas ventas a las librerías que verán reducidos de forma drástica sus ingresos y muchas de ellas, al carecer de los mismos, cerrarán. Los editores reducirán su oferta al comprobar que no tienen espacios donde vender sus libros y el resultado será una disminución drástica del número de títulos editados. Los autores perderán posibilidades de publicar sus obras. Menos Librerías, menos editoriales, menos títulos. Finalmente las editoras de texto que sobrevivan, pactarán precios, forma de pagos etc , con las grandes superficies y los precios de los libros volverán a subir. En el caso de los libros tenemos el ejemplo, no muy lejano en el tiempo y muy próximo en el espacio, de Francia. Allí se acometió la "liberalización" con los resultados anteriormente descritos. Fue tal el fracaso que hubo que volver a la situación anterior, aunque nunca se recuperó del todo el sector .

Una reducción del número de oferentes que implicará sin duda una mayor concentración empresarial, una reducción de los libros editados y una reducción de los puntos de venta. Y al final, una subida de los precios.

La medida que se dicta no es una medida liberalizadora ni es una medida de carácter liberal. Parece que la liberalización debería intentar introducir competencia en sectores que carecen de ella (por ejemplo el sector eléctrico liberalizado a partir del 2.003 con ingentes ayudas a las necesitadas empresas eléctricas, ó el bancario donde éstos establecimientos abren solo por las mañanas en virtud de una extraña autorregulación, única en España, pero consentida, ésta si, por las autoridades públicas) . Y el sector no adolece en modo alguno de "falta de competencia", mas bien al contrario tienen hoy una competencia dura, casi perfecta, en la que un gran número de oferentes, intenta suministrar al consumidor bajo diferentes fórmulas comerciales. Puede decirse sin ningún género de dudas que estamos hablando de un sector altamente competitivo. No se trata pues de introducir competencia, sino de adulterar la competencia. No se quieren más y mejores competidores sino que se ayuda a los de siempre expulsando del mercado a los pequeños. Se trata de crear un marco que va a favorecer a las grandes superficies frente al pequeño librero, y en el cual éste no va a poder competir. Estamos hablando, en mi opinión, de una medida antiliberal.

Se legisla sobre un sector pobre y en plena reconversión. Quizá por que tenemos uno de los índices de lectura más bajos de todo el mundo desarrollado (sobre el que por cierto no se incide en absoluto).No conozco ningún librero que sea lo que denominamos rico y son contadas las editoriales con una dimensión y volumen de cierta envergadura. Además las nuevas tecnologías están forzando rápidas reconversiones, que a su vez exigen muy fuertes inversiones. No parece un momento oportuno para introducir cambios drásticos.

 

No quisiera acabar mi pequeña reflexión sobre las medidas "liberalizadoras" en el mundo del libro sin dejar constancia de su importancia, de su extremada importancia, como bien portador de valores no comerciales que influyen en el nivel cultural, y al final también en el nivel material, del país. El libro es una autopista por la que circula el conocimiento. Si la reducimos, privamos a éste de su más eficaz instrumento. Y parece ser que es por el camino que quieren que vayamos. Llama la atención sobremanera el mimo con el que el resto de los países europeos tratan al sector. El fomento de la exportación, la creación de un marco jurídico económico favorable etc, suponen prácticas casi generalizadas en nuestro entorno Europeo. La llamada excepción cultural, de la cual el precio fijo del libro es su piedra angular, es entendida y valorada como una excepción hacia la excelencia en las sociedades en las que se instala. Incluso los detractores del precio fijo del libro (Vargas Llosa en un artículo publicado hace años en la prensa) reconocen la gran diferencia de calidad entre las librerías del continente y las americanas. Diferencia que no olvidemos, se traslada, más tarde o más temprano, hacia los lectores. Estos serán los grandes perdedores.

 

Salvador Vives - Director de Tirant lo Blanch