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1ª Edición / 910 págs. / Rústica / Castellano / Libro
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El Estado centralista liberal, diseñado en 1812, efectivo a partir de 1844 y consolidado en 1876, comenzó a ser cuestionado, por la eclosión de movimientos periféricos, a fines del siglo XIX. En el tránsito secular un importante sector de la clase política española, asumió una verdadera pleamar descentralizadora con el propósito de modificar el modelo del Estado centralista. Políticos como Silvela, Polavieja, Maura y otros varios, secundados por intelectuales del 98 o posteriores, trataron desde propuestas descentralizadoras, encauzar las demandas del nacionalismo, vasco y principalmente catalán. Desde entonces la polémica estará presente en la política española analizada en este libro.
Debates parlamentarios, escritos o discursos, a favor y en contra, estuvieron presentes durante el primer tercio del siglo. Junto a la oposición de Alcalá Zamora, Royo Villanova, Miguel Maura, Unamuno, la defensa de los diputados catalanes Cambó, Abadal, Carrasco, etc. Entre los intelectuales la figura de Ortega y Gasset marcó durante 20 años el más alto nivel doctrinal de la polémica. Desde 1931 fue Azaña desde la jefatura del Gobierno el abogado del Estatuto catalán.
Finalmente una constante apreciable fue el desencanto y la decepción, tanto de políticos como intelectuales, manifestadas por la esterilidad de sus propuestas a favor de la descentralización, cerradas en 1939. Después de un largo período de silencio obligado, la Constitución de 1978 transformó el modelo centralista por el Estado descentralizado.