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1ª Edición / 157 págs. / Cartoné / Castellano / Libro
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El poeta Rafael de León y Arias de Saavedra determinó con sus poemas el rumbo de la copla. La música fue de Manuel López Quiroga, sin duda, pero en los años treinta, cuarenta y cincuenta del siglo XX la copla fue en sus letras, también sin duda, lo que decidió que fuera el poeta sevillano conde de Gómara y marqués del Valle de la Reina. Nacido en 1908, en un palacio sevillano, cuando tenía 25 años se fue a Madrid en busca, no de fortuna, que le sobraba, sino de un destino poético. Su futuro estaba en las letras de las canciones. Antes de 1936 ya había escrito Rocío, María de la O y Ojos verdes, por ejemplo, y tenía un lugar en el Parnaso de la canción española. En este librito se cuenta su desventura en Barcelona, cuando absurdamente fue acusado de los delitos de espionaje y alta traición y puesto en prisión preventiva en la Cárcel Modelo, desde septiembre de 1938 a enero de 1939, pidiéndole el fiscal la pena de muerte. Señalado su juicio, ante el Tribunal que se llamaba de Espionaje y Alta Traición de Cataluña, para el 2 de febrero de 1939, sólo el hecho de que para Barcelona se terminara la Guerra Civil el 26 de enero de ese año de 1939 lo salvó de la muerte. Si hubiera sido fusilado la copla habría continuado ¡claro!, pero habría sido otra cosa.