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La preocupación por la calidad de la democracia es creciente, en un contexto de fuerte distanciamiento entre los ciudadanos y la política en general. Tras largos años de identificación de la democracia con el consenso, se va abriendo paso la noción de que el conflicto forma parte de la pluralidad democrática. La pregunta clave es si una democracia es más sólida y profunda cuando es capaz de albergar en su seno grandes consensos o si, por el contrario, lo es cuando puede sostener conflictos y dar cabida a posiciones radicalmente encontradas. Por un lado, la democracia puede considerarse más bien como conflicto, una lucha por el sentido en la que ??el que hace política no es el que juega dentro de las reglas de un sistema, sino más bien el que patea el tablero??, como sostiene Ernesto Laclau junto con pensadores como Jacques Rancière y Chantal Mouffe. Por otro lado, para autores como Jürgen Habermas o John Rawls la capacidad de alcanzar acuerdos razonables, lograr el entendimiento, sería lo característico de la democracia. Estas reflexiones aportan algunas claves teóricas para analizar cuestiones de plena actualidad como la despolitización, el debate en torno a la Ley de Memoria Histórica o la reforma constitucional.