El mejor hotel del Himalaya

Cuando Alec Le Sueur empezó a buscar empleo en algún hotel de Extremo Oriente, no se imaginaba siquiera que iba a convertirse de la noche a la mañana en un ejecutivo del mejor hotel de Lasa, ni mucho menos que su estancia en la capital de Tíbet se prolongará durante cinco años.
Aunque el hotel pertenecía a una cadena internacional y a priori parecía bien equipado, en la práctica dejaba bastante que desear. Disponía, por ejemplo, del más moderno sistema de lavandería de China, sólo que sin estrenar (nadie sabía como utilizarlo), y contaba con un sistema de calefacción que hubiera resultado envidiable de no ser la norma que impedía encenderlo si la ocupación no alcanzaba en veinte por ciento. Un motivo -dadas las temperaturas de Himalaya- para aguzar el ingenio y atraer clientela de la manera que fuese (¿por qué no organizando un concurso de belleza?). Por si fuera poco, las autoridades chinas imponían un comité directivo paralelo, cuyas relaciones con el equipo occidental se desarrollaban según un guión digno de los hermanos Marx...
Le Sueur no sólo sobrevivió al frío y a la delirante organización de ese auténtico Hotel de los Líos, sino que se las arregló durante su estancia para observar de cerca la frágil situación política de Tíbet y descubrir el rostro cotidiano de una ciudad casi siempre contemplada a la luz de la leyenda y el mito.