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Dolly, la hermosa y extravagante sobrina de Oscar Wilde, nació en 1895, unos meses después de que su famoso tio fuera juzgado y encarcelado, y aunque sólo tenía cinco años cuando el gran autor murió, lo mejor y lo pero de la familia enseguida se vio reflejado en ella. Siendo aún niña, Dolly se entretenía comiendo terrones de azúcar empapados en el perfume de su madre, y desde muy joven se dispuso a vivir como un personaje más que como una persona: su figura esbelta, el innegable poder de su mirada y su exquisito dominio de la palabra atraparon a hombres y mujeres y la convirtieron en el centro de atención de las fiestas que animaban París y Londres en los locos años veinte.
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