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1ª Edición / 272 págs. / Rústica / / Libro
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Existe un sentir común social que afecta a todos
los individuos que, como ciudadanos, forman
parte de una colectividad concreta. Si quienes
gobiernan a esos ciudadanos, quienes elaboran
leyes para los mismos y quienes los juzgan de
acuerdo a tales normativas lo hacen en línea
con ese sentir común, que debe estar plasmado
en el ordenamiento jurídico vigente, la colectividad
se desarrolla, esto es, camina hacia su
plenitud de acuerdo con su naturaleza.
Por el contrario, si las instituciones públicas
encargadas de cumplir las funciones mencionadas
realizan tales atribuciones arbitrariamente o
de acuerdo a criterios ajenos a las personas sometidas
a las mismas, se siembra disonancia, bien
entre ciudadanos y gobernantes o aquellos y los
poderes legislativo o judicial en su caso. Porque
se estará juzgando, gobernando o legislando sin
consonancia con la naturaleza de la cosa.
La vida es tiempo en el camino, un camino por
el que el ser humano avanza esperando alcanzar
la plenitud. Si se avanza de acuerdo con los
postulados de la naturaleza de la cosa, de tan
necesaria aplicación al tiempo en que se redacta
esta obra, se caminará de acuerdo a la esencia
de los pueblos hacia ese real ser de los
mismos que conforma su naturaleza, rumbo a la
paz social que el derecho ha de proporcionar
como meta que le es propia, en un mundo más
fraterno producto de su historia, de todos los
errores cometidos y logros alcanzados en el
proceso que constituye el progreso humano.