Objetivo matar a Hitler

Objetivo matar a Hitler
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GABRIEL GLASMAN es un escritor argentino, especializado en la investigación de temas históricos, los que son abordados con un ritmo más cercano a la crónica que a la frialdad del texto académico. De reconocida trayectoria en el estudio de los movimientos políticos de los últimos dos siglos, sus intereses van desde las temáticas sociales hasta los aspectos poco conocidos de hechos que conmovieron al mundo. Dentro de esta línea y entre otros títulos, es autor de: La Caída de Berlín (El III Reich se desploma); Gettysburg (Un giro en la Guerra de Secesión) ; Puebla (México y el ejército de Maximiliano; El Marne (o La batalla de los taxis). En Objetivo Cazar al Lobo, no sólo pasa revista a los actos individuales más notorios en los sucesivos atentados contra Hitler, sino que rescata hechos y protagonistas que dieron marco y respaldo a esos intentos. El rápido surgimiento del nazismo y el omnipresente liderazgo del Führer no estuvieron exentos de descontentos desde el inicio, y no sólo ante el fracaso final, como se suele creer. Religiosos, espías, militantes comunistas, miembros de círculos judíos, militares de diverso rango y solitarios magnicidas, son retratados por Glasman con un estilo claro y ameno, que captura de inmediato la atención del lector. Resumen Pocos acontecimientos históricos contemporáneos han alcanzado el grado de dramatismo que le correspondió a la oposición política al régimen nazi, desde los inicios mismos de su incontenible ascenso al poder. Emparentada en sus comienzos con argumentos políticos, morales y religiosos que comprometían a toda la estructura del ascendente nacional socialismo hitleriano, los sucesos de la Segunda Guerra Mundial lo fueron acorralando cada vez más hasta tornar hacia una inequívoca convicción de eliminar a su representante y mentor: el propio Führer, como síntesis de una urgente necesidad de cambiar los destinos de Alemania. Así, asesinar a Hitler se convirtió en el paso fundacional de un nuevo rumbo para la nación toda, seriamente comprometida por los avatares de sus frentes militares. La premisa de asesinar al Führer se venía gestando desde 1938, pero los problemas inherentes a la operación se multiplicaron con el tiempo debido a la suma de múltiples factores políticos y logísticos, que en definitiva sellaron la suerte de las intentonas. Por otra parte, el azar operó en contra de los conjurados que en varias oportunidades, por cuestiones absolutamente efímeras y circunstanciales, vieron frustrado su objetivo. El propósito de ??Objetivo matar a Hitler?? es narrar, en el marco histórico de la Segunda Guerra Mundial y el accionar de los diversos grupos de oposición al régimen nazi, las alternativas de un fracaso que, de no haber sido tal, hubiese cambiado decisivamente buena parte de la mayor tragedia del siglo XX. ??Objetivo matar a Hitler?? se detiene tanto en la configuración de la oposición política al nazismo y sus diversas vertientes ??muchas de ellas no coincidentes en lo ideológico?? pero que confluyeron en una misma opción. En este sentido, ??Objetivo matar a Hitler?? desvela el extenso marco opositor que abarca desde grupos de izquierda (comunistas, socialistas y anarquistas), liberales y conservadores de sólida formación cristiana horrorizados por las implicancias esotéricas de algunos dirigentes nazis y del propio Führer, y los diversos grupos correspondientes a las minorías perseguidas, muy en especial las organizaciones de resistencia judías. A su vez, el libro desarrolla con detalle el entramado secreto de las conspiraciones y atentados elaborados, como así también los perfiles individuales de sus ejecutores, subrayando los elementos fortuitos que han intervenido y que, de alguna manera, definen los alcances y limitaciones de la oposición. Dice el Autor Mucho se ha escrito acerca de los motivos que llevaron a los distintos sectores sociales de la Alemania pre nazi a sostener la carrera ascendente de Hitler hasta convertirse en amo y señor de un imperio que, según sus presagios, se prolongaría por más de mil años. Las llamativas diferencias que pueden enumerarse entre la situación socio-económica durante la débil República de Weimar, emergida tras la derrota en la Gran Guerra, y la del reconstruido imperio de fines de los años treinta son tan notables que harían innecesario adentrarse en grandes disquisiciones. Pero como es bien sabido, otras diferencias no menos notables también caracterizaron al período en cuestión. Y así como la inestabilidad republicana poco tenía para competir con la fortaleza del Reich que la sustituyó, las libertades y el respeto de la vida humana mantuvieron una relación inversamente proporcional. En otras palabras, mientras que durante la República el disenso fue una opción concreta para el conjunto social, durante el Tercer Reich desapareció. Varios centenares de miles de muertos, desaparecidos, encarcelados y por completo sometidos a las reglas impuestas así lo atestiguan. Es lícito, pues, repreguntarse que llevó a la sociedad alemana a invertir su herencia histórica y cultural en una quimera que, desde sus propios inicios, develó la monstruosidad de sus objetivos y métodos para alcanzarlo. Me apresuro a desmentir la linealidad de los acontecimientos. En verdad, no toda la sociedad alemana acompañó en su ascenso a los nazis. Una enorme porción los detestaba y enfrentó con todas las armas que dispusieron a su alcance. Derrotados y diezmados, dejaron de tener incidencia alguna en el posterior desarrollo de la vida política, social, cultural y económica del país, salvo para mantener, a riesgo de su integridad física, la llama de un humanismo que no dejó de latir aún en los momentos más aciagos. Distinta fue la situación de los millones de alemanes corrientes que por diferentes motivos no vieron y no quisieron ver la aventura bárbara en la que activa o pasivamente se fueron implicando. La sicología social y de masas aportó importantes argumentos que contribuyeron a explicar lo que racionalmente es una empresa tan compleja como revulsiva. Las dimensiones en extención y profundidad del Estado autoritario y policial nazi hicieron el resto. Pero lo que en general es aplicable para la sociedad civil alemana no parece serlo, al menos mecánicamente, para algunas de las instituciones y corporaciones más representativas del país, como la Iglesia, las clases acomodadas y las fuerzas armadas locales que, a diferencia de los primeros, obtuvieron prevendas de todo tipo a costa de contradecir por completo los valores que las sostenían. En este marco contradictorio y esencialmente conflictivo surgió en la Alemania de los años treinta una oposición antinazi en las más diferentes esferas sociales, y si bien su actividad y eficacia fue por lo menos dispar, en todos los casos estuvo signada por una honda cuota de dramatismo y fatalidad. Así las cosas, la resistencia alemana pasó por diferentes y sucesivas etapas en las que los protagonistas de la misma alternaron orígenes sociales e ideológicos, organizaciones y métodos tan variados como luchas callejeras, mítines, partidos políticos, células clandestinas, tramas de golpe de estado e intentos de asesinato. Por qué leerlo En términos generales, todo lo que rodea al régimen nazi ha sido, hasta hoy, valorado desde una perspectiva casi absoluta. Se sabe muy poco acerca del verdadero funcionamiento tanto de los servicios de inteligencia, cuanto del ejército y del aparato político que sostenía al Führer. Mucho menos de la oposición militante que conspiró contra él. Esta obra, vertiginosa y atrapante, se ocupa por primera vez de un costado de la historia contemporánea olvidado, o dejado de lado. Así, otro nazismo, otro Hitler y otra Alemania comienzan a discurrir de repente delante de los ojos del lector. Aliados menos desinteresados de lo que ha quedado en el imaginario colectivo; una Iglesia que, desde las sombras, operó permanentemente en favor y en contra del hitlerismo según sus distintas ramas, y la propia estructura nazi cruzada por fracturas, deslealtades y conjuras, son apenas parte de una escenografía que la historia oficial ha marginado. ¿Sabía Ud que... ... en todo momento los aliados se negaron a apoyar a la oposición hitleriana para no firmar la paz? ... las propias SS llegaron a estar detrás de los atentados contra Hitler? ... la última misión que Hitler le encargó a sus hombres de confianza fue la búsqueda del Grial? ... tanto Hitler como Himmel, apoyaban las creencias de Hörbiger respecto de que La Atlántida había existido y era la cuna de la cultura aria? ... Pío XII, el papa de entonces, estuvo al tanto de todos y cada uno de los preparativos para los atentados?

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