Revilla Políticamente incorrecto

Revilla Políticamente incorrecto
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«¡Ya viene el rey de Cantabria!», decía la marquesa de Santa Cruz cuando se acercaba a saludarla un Revilla treintañero, de pantalón blanco de campana, poblado bigote y enormes patillas, que acostumbraba frecuentar su palacio de Las Fraguas. Y es que, entre los amigos más cercanos del presidente cántabro, descubrimos, a lo largo de esta biografía, aristócratas, abarqueros, pescadores, catedráticos, banqueros?? y, hasta para sorpresa suya, algún miembro de ETA. Muchos desconocen que, tras ese rentabilizado populismo del político de verbo suelto y procaz que se desplaza en taxi para ir a La Zarzuela y que regala anchoas por Navidad, Miguel ??ngel Revilla pasa por ser un buen profesor de Economía Aplicada en la Universidad de Cantabria y un regionalista precoz al que se le atribuye, merecidamente, que Cantabria sea hoy una Comunidad Autónoma independiente de Castilla y León. A lo largo de estas páginas, sus incondicionales lo definen como un hombre íntegro y leal, un político cercano que habla claro y dice lo que otros piensan pero no se atreven a expresar, un marido entrañable y cómplice, un buen padre del que apenas se disfruta?? pero, sobre todo, un hombre de principios, enamorado y obsesionado de y por su tierra, de y por España. A su vez, sus enemigos íntimos, que los tiene a pares, no escatiman esfuerzos a la hora de dibujar su peor perfil, grotesco y vulgar, de político traidor y oportunista. Con todo, Miguel ??ngel Revilla, el presidente autonómico mejor valorado según las últimas encuestas, el que despierta tantas filias como fobias con la misma intensidad, podría estar pensando en dar el salto a la política nacional. Prólogo La idea no fue mía, lo reconozco. La culpa de todo la tiene Miguel Barroso, ex secretario de Estado de Comunicación y, a la sazón, flamante marido de Carme Chacón. Fue él, y no otro, quien, tras una entrevista que le hice para el XLSemanal, con motivo de la publicación de su último libro Un asunto sensible, me sugirió el nombre de Miguel ??ngel Revilla, al comentarle que andaba yo, por entonces, dándole vueltas al protagonista de mi siguiente biografía autorizada. Al César lo que es del César. Corría el mes de octubre de 2009 cuando me puse en contacto con Guillermo Blanco, director del Gabinete del presidente de Cantabria, para cerrar mi primer encuentro con Revilla. Los conocí a ambos una soleada pero fría mañana de noviembre, en la sede del Gobierno de Cantabria. Al escuchar mi propuesta, Miguel ??ngel torció el gesto y me dio un inmediato «no» por respuesta, pero que sonó a un posible y probable «me-lo-pen-sa-ré». La agenda del presidente no admitía muchas alegrías, o casi, pero sus excusas tampoco parecían insalvables. Un par de semanas después, nos encontramos Revilla y yo solos, cara a cara, en su despacho, con un par de grabadoras por medio ??una digital y otra jurásica??, dispuestas a recoger fielmente el principio del que es hoy el testimonio directo de sus intensamente vividos sesenta y siete años. Desde entonces, he de decir que no ha pasado una sola semana sin que hayamos estado en contacto. A través de Guillermo, Miguel ??ngel me abrió las puertas de amigos, familiares y compañeros de partido. Me propuse, desde el principio, entrevistarme con sus más críticos adversarios políticos y también logré de ellos una generosa colaboración. Me comprometí a no censurar a ninguno de mis interlocutores, tanto de la oposición a Revilla como de su entorno político y familiar. En esta línea, he respetado cada crítica, documento e idea que me han querido hacer llegar, contrastando las informaciones y tratando de reflejarlas de la manera más honesta y ordenada posible en las páginas de este libro. Esta ausencia de censura también la ha respetado el presidente Revilla, sin haber llegado a ningún acuerdo previo, cosa que le he agradecido enormemente. El presidente de Cantabria es un personaje realmente singular. Un animal político en estado puro. Un líder que no deja indiferente a nadie. Despierta pasiones y repulsas con la misma intensidad, pero no en idéntica proporción. Es popular y populista a partes iguales y su cercanía con la gente va mucho más allá del cerco con el que la montaña protege su región. En estos doce meses dedicados, casi en exclusiva, a tratar de meterme en su piel, he recorrido con él la comunidad de punta a punta; lo he acompañado en algunos festejos populares y en importantes actos institucionales, incluso hemos andado juntos una parte del Camino de Santiago; he leído el parte médico que descartaba la malignidad de un tumor y que, a la vez, confirmaba su continuidad en la batalla política y lo he visto llorar de tristeza y de emoción. Fuera de su tierra, pocos saben que este purriego de Polaciones se acercaba de niño en bicicleta a la Casona de Tudanca, para que José María de Cossío le prestara libros que leer; que aprendió a recitar los sonetos de Lorca en papeles manuscritos del poeta y que mantuvo una cordial amistad con la duquesa de Santo Mauro con la que compartía su inmenso amor por Cantabria. De Revilla he aprendido a distinguir dos lenguajes y acentos. El más cantabrón, el que utiliza cuando habla para la galería, cuando me cuenta lo mismo que cuenta en su continuo peregrinar televisivo, el que está lleno de pretéritos que rozan la leyenda, repleto de paque??tucos, cas??ucas y anchoas?? a veces procaz y, siempre, precoz. Y el más castellano, culto, concreto y directo del político audaz que no ha perdido el tiempo, que no improvisa porque todo en él está milimétricamente medido y que nada hace ni dice por casualidad. Pero uno y otro, cantabrón e ilustrado, confluyen en él de manera tan natural que no hay contradicción alguna entre ambos. Revilla son los dos, genio y figura. Miguel ??ngel no es un tarambana ni un bufón ni un aprendiz de nada. Conoce muy bien lo que tiene entre manos y se prepara para dar el salto a la política nacional en las próximas elecciones generales, abanderando un discurso cargado de razones, de sentido común y de defensa de la unidad de España. Para mí ha sido una experiencia extraordinaria conocer de cerca a un político tan políticamente incorrecto. Gracias, presidente. Madrid, 4 de octubre de 2010

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