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Casi todos los analistas acaban enfocando el problema de la pobreza desde parámetros economicistas (una renta mínima) y proponiendo soluciones desde esos mismos parámetros. Lo único que parece contar de verdad es el dinero y la cuantificación. El Derecho y la garantía de los derechos humanos básicos tienen poco espacio cuando se analiza esta cuestión, suele remitir a planteamientos de corte más teórico y filosófico. Esta obra pretende desmontar ese presupuesto. Ciertamente, se han conseguido avances importantes con los programas de desarrollo económico diseñados por el FMI y el BM. Pero lo que esta obra plantea es que el camino para la erradicación de la pobreza está más allá de las cifras del PIB de un país y debe afrontar el núcleo esencial del problema: qué significado damos hoy a ?ser pobre? y cómo garantizar los derechos humanos más básicos a todos los seres humanos del planeta. Por ello, la lucha contra la pobreza global pasa primero por el occidente desarrollado, para derribar el nocivo paradigma de la opulencia. Casi nadie duda de que transferir renta y tecnología a los países pobres, e incluso de la reducción o condonación de su deuda, sea una exigencia. Pero las estrategias de desarrollo económico no pueden poner entre paréntesis la verdadera exigencia primaria: garantizar derechos básicos. Intentar reproducir en el tercer mundo el nefasto paradigma capitalista de la opulencia, sería otro gravísimo error de occidente.