Revista Dókos - Reseña de Immanuel Kant por Jesús Padilla Gálvez

Immanuel Kant, Metafísica de las costumbres. Traducción, introducción, notas y comentarios de Manuel Jiménez Redondo. Prólogo de Tomás S. Vives Antón, Valencia, Tirant humanidades, 2022, 624 págs. ISBN: 9788418970092.

El libro que se traduce es el primer escrito fundamental de Kant dedicado a la doctrina del derecho y la virtud. En la Metafísica
de las costumbres se elabora la filosofía práctica asentada en la teoría de la moral que Kant había desarrollado en los escritos Fundamentación de la metafísica de las costumbres y la Crítica de la razón práctica, cuyo núcleo se centraba en la justificación del imperativo categórico. La Metafísica de las costumbres contiene dos partes fundamentalmente separadas: por un lado, el Principio Metafísico de la Doctrina del Derecho; y, por otro, el Principio Metafísico de la Doctrina de la Virtud. Pero antes de emprender un esbozo de su arquitectura conviene fijar el significado de dos conceptos polisémicos como el de Metaphysik y Sitte.
¿Qué entiende Kant por metafísica? De por sí, el concepto metafísica ejerce una influencia seductora que sugiere un contenido irreal al margen de los hechos mundanos en cuyo lenguaje se abusa de la hipóstasis y otros procedimientos nada racionales. Por el contrario, para el Kant el concepto metafísica referencia el programa diseñado en la Kritik der reinen Vernunft que pretende ir más allá de todos los objetos de la experiencia posible por lo que su constructo fundamenta el conocimiento de la experiencia. Por todo ello, la metafísica comprende el sistema de razón pura que construye (Aufbau) de manera sistemática el sistema transcendental. La metafísica se asienta en conocimientos sintéticos a priori que si consiguen dar una respuesta a la pregunta

¿Cómo son posibles los juicios sintéticos a priori? establecería una nueva ciencia. Estos se concretizan mediante la deducción transcendental de los conceptos puros del conocimiento. Por ello se podría resumir diciendo que la metafísica vendría expresada en la lógica del conocimiento puro. Hasta aquí un bosquejo muy somero y, por tanto, superficial de un concepto central en la obra de Kant.
Visto el primer apartado resulta por tanto extraño que Kant vincule el término metafísica al de Sitte, es decir costumbre. La metafísica de las costumbres se considera una parte pura de la filosofía moral que contiene sus principios Está dividida en un fundamento de la filosofía del derecho y el fundamento de la ética.
En el primer apartado sobre la doctrina del derecho, Kant estudia las acciones moralmente ordenadas de las relaciones externas de los seres humanos entre sí que se reflejan en el derecho positivo. En el segundo apartado, en la doctrina de la virtud, en cambio, se ocupa de las normas internas, meramente subjetivas, que caracterizan la acción moral. Aquí sólo se aplican los fines que el hombre se fija para sí mismo, mientras que en la relación externa hay que tener en cuenta también el interés de otras personas. Según Kant, la virtud se asienta en una compulsión interna, mientras que el deber del derecho se fundamenta en una compulsión externa. Al caracterizar su obra como un proyecto metafísico se presume que se están elaborando principios que se deducen de la razón por lo que sus fundamentos están al margen de la experiencia.
Históricamente, la Rechtslehre se publicó como obra independiente aproximadamente medio año antes que la Tugendlehre. Por ello, tras un breve prefacio, la Rechtslehre contiene primero una introducción a la Metafísica de las costumbres y seguidamente una segunda introducción a los Metaphysische Anfangsgründe der Rechtslehre. La Teoría de la Virtud, por su parte, tiene su propia introducción, que también remite a la Introducción general a la Metafísica de la Moral.


En la introducción a la Metafísica de las costumbres, Kant expone por qué la doctrina moral no puede basarse en la experiencia empírica, sino que debe fundarse en consideraciones generales de la razón. Todo ser humano tiene Begehrungsvermögen, es decir, deseos y apetitos que no se asientan en consideraciones concretas o razonamientos determinados. La facultad de desear se expresa mediante la falta de voluntad de hacer o no hacer algo. Estos sentimientos son puramente subjetivos. A diferencia de los animales meramente libidinosos, los humanos pueden actuar de acuerdo a sus deseos. Los humanos disfrutan de la libertad práctica de pensar en las posibles consecuencias de la acción, de evaluarlas y de influir en sus acciones fundamentadas en determinadas razones (Gründe).
El hombre disfruta de la voluntad pero también puede actuar según una cierta arbitrariedad. Actúa de forma moralmente razonable cuando lo hace de acuerdo a ciertos fundamentos que se derivan únicamente de consideraciones sensatas y prescinden de los deseos. El principio moral fundamental, que también se refleja en el imperativo categórico, es el respeto a los demás que comparten la igualdad de derechos. La razón dicta que los seres humanos deben ser siempre reconocidos como personas por lo que afirma en su obra:
Todo hombre tiene derecho a ser respetado por sus vecinos, y recíprocamente está obligado a ello también frente a cualquier otro.
Kant postula el derecho inherente de todo ser humano a la libertad. En su opinión, es tarea del derecho conciliar el ejercicio de la libertad individual con la libertad de todos siguiendo una ley general. El derecho constitucional sirve para formar un orden estatal en el que el soberano el pueblo garantiza la libertad y la igualdad de todos los ciudadanos. Un requisito indispensable para el funcionamiento del Estado desde un punto de vista legal afianza la separación de poderes siempre y cuando se garantice la libertad. Sin embargo, una vez cumplidas estas condiciones, para Kant no existe el derecho de resistencia contra las decisiones del Estado. El derecho civil mundial (ius cosmopoliticum) regula la convivencia común de los pueblos para evitar las guerras.
Entre los deberes de la virtud para con los demás seres humanos, Kant cuenta con el respeto al prójimo como reconocimiento de su dignidad humana. El mandamiento impone que nunca se ha de utilizar a las personas como meros medios, sino siempre como un fin en sí mismo.
El deber de la virtud hacia uno mismo sirve según la idea y como fin moral a la perfección de la propia personalidad. Sin embargo, esto no es más que una intención moral cuya realización puede ser muy imperfecta por falta de autoconocimiento.

Prof. Dr. Jesús Padilla Gálvez Universidad de Castilla-La Mancha Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales