EL NOBEL DE ECONOMÍA DEL 2001: AKERLOF, SPENCE Y STIGLITZ



Carlos Ochando Claramunt (Profesor Titular del Departamento de Economía Aplicada, Universidad de Valencia). El premio Nobel de Economía ha recaído este año en tres economistas norteamericanos, profesores de Universidad, llamados George A. Akerlof, A. Michael Spence y Joseph Stiglitz. Según la Academia sueca el premio se ha concedido por "sus análisis de los mercados con información asimétrica", es decir, aquéllos en los que un agente dispone de más datos e información que otros para predecir su evolución. Los trabajos, desarrollados en la década de los setenta, constituyen, según la citada Academia, el núcleo duro de la teoría moderna de la información económica. Es obvio que la información es un bien necesario para realizar transacciones en el mercado. Como cualquier otro bien es escaso y costoso y, por tanto, se halla sujeto a la decisión de cada agente sobre cuánta información adquirir para tomar una decisión de manera correcta. Pues bien, muchas de las decisiones económicas que toman los individuos están sujetas a "fallos de información", es decir, la información es costosa, imperfecta y asimétrica. Cuando la información es asimétrica (algunos agentes tienen más y mejor información que otros) existe un riesgo bastante elevado a que el mercado asigne los recursos ineficientemente o, por lo menos, los precios y cantidades intercambiadas son diferentes a las que resultarían de una situación de información completa, perfecta y simétrica. La constatación de la existencia de información asimétrica supone una refutación parcial de la teoría (neo)clásica que supone la existencia de información perfecta y simétrica de todos los agentes que intervienen en el mercado. La asimetría de información tiene multitud de aplicaciones. Casi todos los mercados conocidos funcionan con información imperfecta y asimétrica. Por ejemplo, los que piden un préstamo tienen mejor conocimiento de su solvencia que los prestamistas; los directores generales de una corporación tienen más y mejor conocimiento de la rentabilidad de la empresa que los accionistas; el vendedor tiene más información sobre las características técnicas que el comprador; el médico tiene más información que el enfermo; el asegurado tiene más información que el asegurador sobre sus riesgos de acciedente, y así un largo etcétera. La importancia de este descubrimiento queda patente en las siguientes palabras de Julio Segura ("Equilibrio general, mercado y el oficio de economista" Revista de Economía Nº 7, 1990; pág.: 14): "el sistema competitivo puede representarse -al igual que cualquier mecanismo de asignación de recursos- como una estructura de intercambio de información entre los agentes individuales. Desde este punto de vista, la clave de su funcionamiento eficiente radica en que la información transmitida sea suficiente e idéntica para todos los agentes. El hecho de que los agentes tengan distinta información antes o después de llegar a un acuerdo genera, respectivamente, fenómenos conocidos en la literatura con el nombre de selección adversa y riesgo moral, dando lugar a comportamientos oportunistas que provocan asignaciones ineficientes. ¿Es frecuente la asimetría de información en el mundo real? En todos los mercados de bienes de consumo duradero, donde las especificidades técnicas resultan cruciales, el consumidor está peor informado por el vendedor. En las prestaciones sanitarias, el paciente está peor informado que el médico. En todas las grandes corporaciones y empresas, los gerentes tienen ventajas de información frente a los propietarios o accionistas. La mayor parte de nuestro capital humano lo asignamos ineficientemente. Pese a todo, los economistas seguimos manteniendo una confianza en el funcionamiento del mercado competitivo, y ésta es una de nuestras señas de identidad como profesión. Personalmente sería feliz si el mundo fuera competitivo y las decisiones distributivas separables, pero sospecho que no debe ser así, porque cuando hay que poner un ejemplo de mercado competitivo puro los profesores españoles recurrimos al de trigo de Chicago o a la bolsa de valores … de Wall Street". La investigación de los economistas premiados trató de crear una teoría general de los mercados con asimetría de información y abrió un amplio abanico de aplicaciones en diferentes mercados: agrícolas, financieros, de capitales, etc. Uno de los problemas que aparecen cuando existe información imperfecta y asímetrica es el problema llamado de la "selección adversa", como bien apunta Julio Segura en el párrafo citado anteriormente. Por ejemplo en un mercado de seguro, existen diferentes personas aseguradas que se distinguen entre sí por las probabilidades de que se presente un determinado riesgo. Hay personas que tienen un riesgo alto y otras bajo y el asegurador no puede distinguir unas de otras. En esta situación el mercado puede dar lugar a situaciones ineficientes (además, de injustas). Conozcamos algo más de las trayectorias personales y académicas de los premiados . George A. Akerlof nació en 1940 en New Haven, Conneticut. Se graduó en la Universidad de Yale en 1962 y se doctoró en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) en 1966. Ha sido profesor en Harvard, en el Instituto de Estadística India (Indian Statistical Institute) de Nueva Delhi y en la London School of Economics. Actualmente, y desde 1980, es profesor de Economía en la University of California en Berkeley. Sus investigaciones han tratado de incorporar al análisis económico del comportamiento humano los estudios provinientes de otros campos como la psicología, la sociología o la antropología. Entre sus áreas preferentes de investigación se pueden nombrar la macroeconomía, la pobreza, los problemas familiares, el crimen, la discriminación, la política monetaria e, incluso, la unificación alemana. Sus investigaciones trataron de explicar cómo la información desigual entre concesionarios de créditos y sus beneficiarios contribuyó a disparar las tasas de interés en los mercados financieros del Tercer Mundo, agravando el problema de la deuda en esos países. Asímismo, ha aplicado sus teorías para analizar las dificultades de cobertura social que tienen algunos colectivos sociales enfermos, como los ancianos. También demostró que cuando los vendedores disponen de más información que los compradores sobre la calidad de un producto, puede suceder que sólo lleguen al mercado los bienes de peor calidad, dando lugar a una mala asignación de los recursos económicos. A. Michael Spence nació en Montclair, Nueva Jersey, en 1943. Estudió en Princeton y Oxford. Obtuvo el doctorado en Harvard en 1972. Ha sido profesor en Harvard y en la Graduate School of Business de Stanford (California), desarrollando también la tarea de decano en ambas Universidades. Actualmente, es profesor de la Universidad de Stanford. Obtuvo la John Bates Clark Medal otorgada por la American Economic Association en 1981. Sin duda, de los tres es el que más implicación ha tenido en el mundo empresarial, ya que ha sido directivo de algunas importantes empresas norteamericanas. Algunos de sus trabajos se han centrado en las respuestas de los agentes mejor informados que, con el objetivo de aumentar sus ingresos en el mercado, realizan costosas campañas para informar de manera más creíble a los agentes menos informados. También ha aplicado sus análisis a la educación y a la formación de capital humano, desde la perspectiva que se ha venido a denominar la "teoría del filtro". Desde esta perspectiva, el nivel educativo de una persona permite emitir una "señal informativa" en el mercado laboral. El empresario se suele fiar de la señal informativa que se emite desde el sistema educativo. De ahí que la educación, más que actuar como una inversión en capital humano que incrementa la productividad de las personas, actua como fuente de información en el mercado laboral. Se trata de un proceso de "señalización". Joseph E. Stiglitz nació en Gary, Indiana, en 1943. Se doctoró en el MIT en 1967. Ha sido profesor de las Universidades de Yale, Oxford, Pricenton y Stanford. Actualmente ocupa el cargo de profesor de Economía, Negocios y Asuntos Internacionales en la Universidad de Columbia (Nueva York). En 1979 obtuvo la John Clark Medal de la American Economic Association. Ha sido editor del Journal of Public Economic, de la Review of Economic Studies y de la American Economic Review. Stiglitz es el que mejor ha ejercido la labor de asesoría que debe ejercer todo economista. Si para algo debe servir la Economia, como ciencia social, es para orientar la toma de decisiones públicas. Esto, sin duda, lo ha entendido perfectamente Stiglitz que ha compatibilizado su trabajo académico y de investigación en diferentes Universidades norteamericanas, con la de asesor en diferentes organismos que tienen un gran protagonismo en la práxis de la política económica. Así, Stiglitz fue nombrado en 1993 miembro del Consejo de Asesores Económicos del Presidente Bill Clinton y en 1996 vicepresidente del Banco Mundial. En esta institución ha sido Economista Jefe entre 1996 y noviembre de 1999 y jugó un papel muy relevante en las intervenciones que realizó el Banco Mundial en las crisis de países como Rusia, Indonesia y Brasil. Entre sus obras más importantes destacan "Information and Competitive Price Systems" en American Economic Review en Mayo de 1976; Lectures in Public Economics en 1980 (junto con Anthony B. Atkinson; traducida al castellano por el Instituto de Estudios Fiscales en 1988 con el título Lecciones sobre economía pública) y The Theory of Commodity Price Stabilization (1981). Stiglitz, también es muy conocido en España por sus manuales para la docencia universitaria (Economía, 1993; Principios de Microeconomía, 1994; Microeconomía, 1998). Sin duda, una de sus obras fundamentales -por lo menos en el ámbito de la Universidad española- ha sido su manual La Economía del Sector Público, traducida al castellano en 1988 y publicada por Antoni Bosch Editor (2ª edición en 1997). Se trata de un estupendo manual de Economía Pública que ha formado (y sigue formando) a generaciones enteras de estudiantes de Economía en todas las universidades españolas. También destaca su participación en el libro coordinado por Arnold Heertje, El papel económico del Estado (Instituto de Estudios Fiscales, 1993); libro que ha contribuido enormemente al debate sobre el rol que debe jugar el Estado en las actuales economías de mercado. Sus estudios han sido decisivos para demostrar cómo la información asimétrica es clave para entender muchos de los fenómenos que caracterizan el funcionamiento de los mercados, incuídos el mercado de trabajo (desempleo) y los mercados financieros (racionamiento del crédito). Stiglitz siempre ha tenido la dosis necesaria de actitud crítica que requiere todo buen economista. Así, por ejemplo, en 1999 -con el pretexto de dedicarse nuevamente a la enseñanza de la Universidad- abandonó el cargo de economista jefe del Banco Mundial por sus reiteradas e incisivas críticas hacia el FMI. Concretamente, escribió un duro artículo donde acusaba al FMI de arrogante y sostenía que la política del FMI a menudo empeoraba más las cosas que las mejoraba. Incluso daba la razón a algunas críticas lanzadas por el movimiento antiglobalización contra el FMI. Concretamente denunciaba la ortodoxia del organismo internacional y sus errores para gestionar la crisis financiara asiática y la transición de Rusia hacia una economía de mercado. La última muestra de esta encomiable actitud crítica la podíamos leer recientemente en un artículo de opinión publicado en El País (11 de octubre de 2001) titulado "Cambiar las prioridades". En este artículo Stiglitz escribía: "Cuando Estados Unidos se equivoca, como lo hizo en su postura sobre el lavado de dinero y al privatizar la responsabilidad sobre el reciclaje de las armas nucleares, pone en peligro a todo el mundo. Estados Unidos ha sido el heraldo de la globalización, pero ahora debe reconocer que con la globalización viene la interdependencia, y con la interdependencia viene la necesidad de tomar decisiones colectivas en todas las áreas que nos afectan colectivamente".