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Ponte di Pino: "Mi libro intenta ayudarnos a convivir con nuestra propia estupidez"
Epi Amiguet / Barcelona Las ventas y la crítica han celebrado unos de sus escasos matrimonios. Y lo han hecho para legitimar esta singular obra que ha merecido elogios variopintos, desde el programa más macarrónico de la televisión italiana hasta los cenáculos literarios más elitistas. Un ensayo obra de un crítico literario que, bajo el subtítulo "Los misterios de la estupidez a través de 565 citas" (Ed. Taurus), analiza el concepto de estupidez y su evolución en la historia del mundo a través del pensamiento de los más eruditos filósofos y pensadores arrancando más de una carcajada al lector. Amable y algo tímido —hasta que empieza a hablar— Oliviero Ponte di Pino se presenta con un sencillo "Bon giorno" y uno de esos elegantes trajes que han hecho correr tanta tinta sobre el diseño transalpino. Es sólo pura imagen promocional, porque pronto se revela como un ameno conversador cuya fina ironía empieza por aplicársela a sí mismo sin ninguna sombra de falsa modestia. - "El que no lea este libro es un imbécil" ¿De verdad? - En general, sí. Quien no lea este libro es un imbécil. [Sonríe pícaramente] Pero soy honesto y en la primera página ya advierto que no basta con leer este libro para no ser un imbécil. En todo, caso es un título que espero que la gente recuerde y, sobre todo, se lo diga a sus amigos: "Querido amigo, querida amiga, estoy tan preocupado por ti; si no lees este libro..." - ¡Vaya!, una fórmula de marketing. - Para qué negarlo. Ya no se trata de si algo es bueno o malo, sino de si queda impreso en la memoria de las personas. Y parece que funciona. He conseguido que me recomienden tanto en un programa de la televisión italiana muy popular, parecido al "Informal" de Tele 5 en España, como en las más prestigiosas publicaciones de la crítica literaria de mi país. - Pero, ¿por qué un libro sobre la estupidez? ¿O es una pregunta estúpida? - No, no es tan estúpida. Ud me ha dicho que se trataba de un planteamiento de marketing y el público objetivo sobre el tema de la estupidez es francamente grandísimo. Bromas aparte, el verdadero motivo es que yo mismo me di cuenta de mi propia estupidez y me preocupé bastante. Y hay dos maneras de acercarse a este tema: una es pensar en lo estúpidos que son los demás y, otra, es partir de la propia idiotez. Parece que no ha sido un mal método porque, a pesar de lo que advierte Bloch en La ley de Murphy—"no discutas con un idiota; la gente puede no notar la diferencia"—, usted se está arriesgando a hablar conmigo. - ¿Su obra va dirigida a los estúpidos para que se enmienden? - Yo he intentado escribir un libro con muchos niveles de lectura que pueda ser leído por un gran sector del público. Sonrisa y reflexión, citas cultas y divertidas. Resumiendo, efectivamente va dirigido a los estúpidos porque todos los somos en mayor o menor medida y hemos de aprender a convivir con la propia y la de los demás, teniendo en cuenta que, aunque suele ser fastidiosa y dañina, también tiene sus aspectos positivos. - ¿Lo dice por esa cita de su libro que dice "el amor es ser cretinos juntos"? - Prefiero no tener que relacionar la estupidez con algo tan positivo como el amor y el sexo. Pero mire, el otro día estuve en Madrid mientras miles de personas se bañaban en la Cibeles gritando "campeones, campeones", celebrando la copa de Europa. Momentos de felicidad individual que nadie se atrevería a celebrar así si no se disfrutaran en el entorno de uno de esos momentos de sana estupidez colectiva. - ¿Puede delimitar la estupidez como objeto de estudio? Es decir, ¿cómo definiría la estupidez y la metodología para estudiarla? [El entrevistador intenta imprimir un tinte más serio a la entrevista] - El problema de la estupidez es que no se deja definir y, además, encuentra siempre un método para engañarte. Einstein dijo: "Sólo hay dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana; y en cuanto a la primera no estoy seguro". Flaubert, el gran maestro en el tema, trabajó toda su vida en "Bouvard y Pécuchet"; una novela sobre la estupidez que al final no logró terminar, tal vez porque el mismo pensó que un libro sobre la estupidez no podía acabarse nunca y era una idiotez acabarlo. Yo lo he superado (ironiza) y he cometido la estupidez de acabar el mío.
- No he visto ningún apartado sobre la estupidez en el periodismo... (El entrevistador intenta recuperar de nuevo el tono distendido pero se calla súbitamente al darse cuenta de los riesgos que implica la pregunta) - Bueno, a veces el mal periodismo, como la mala televisión, es el gran promotor de la idiotización colectiva, pero también puede ser una táctica de algunos periodistas para sacar más información. -¿Ah, sí? [El entrevistador lanza un suspiro de alivio] - Sí claro, hay toda una tradición en ese sentido: desde el inteligente que se hace pasar por cretino para salvar la piel, como el emperador Claudio, según la novela de Robert Graves, o los bufones de la corte que se fingían medio locos para decir verdades sin provocar la ira del rey... - Es por eso que su libro utiliza un tono casi humorístico... - Yo he intentado escribir un libro lo suficientemente inteligente y lo suficientemente estupido, lo suficientemente culto y lo suficientemente divertido para provocar en el lector ese estupor —etimológicamente tan relacionado con palabra estupidez—, esa "estupidez" que originalmente significaba "perplejidad", y que es la misma que impulsó a los primeros filósofos a reflexionar para intentar comprender ese mundo que les asombra. - ¿Se refiere al método mayéutico de Sócrates: "Sólo sé que no se nada"?[El entrevistador se alegra, al fin, de poder hacer una pregunta tan brillante] - Exacto. Sócrates, el verdadero primer gran filósofo, empieza por ahí, reconociendo su propia estupidez para que su interlocutor se dé cuenta de que, en realidad, él mismo no sabe de que está hablando y que por tanto, está diciendo estupideces. - ¿Cuál es la mejor cita de su libro? [El entrevistador busca ya poner fin a la entrevista sin arriesgarse de nuevo]. - Para mí es la de "el hombre es un animal racional que se comporta como un imbécil y nunca sabremos si es imbécil porque es racional o si es imbécil pese a ser racional". - Muy buena, ¿de quién es? - No estoy seguro, pero ya es como si fuera mía. - Eso no ha sido un alarde de modestia por su parte... - No es una cuestión de vanidad sino de metodología. Gran parte del material que he revisado para escribir el libro estaba en CD-Rom y llega un momento en que ya no se sabes quien ha sido el primero que ha dicho por primera vez un concepto que repiten varios con diferentes palabras. En fin, ya se sabe: "Copiar a uno, se le llama plagio, copiar a muchos es investigación"... - ¿Y la estupidez más grande de la Historia? - ¡Imposible, son demasiadas¡ Pero le remito a un capítulo de mi libro titulado el "Siglo Imbécil" y la adivinanza que lo cierra: "¿Cómo llamarías, en resumen, a un siglo en el que la Humanidad ha cometido tales y tantos crímenes contra sí misma?" ¡Y si no esa así, que venga Dios y lo vea! - ¿Dios es estúpido? - Bueno, mi libro recoge algunas teorías —más o menos blasfemas— sobre ese espinoso asunto, pero si partimos de la base de que es la propia Biblia la que afirma que Dios nos hizo a su imagen y semejanza... ¿quién de nosotros no comete a veces alguna estupidez ? Sí, ¿porqué no ? Tal vez el propio Creador sea un poco estúpido.
Entrevista cedida por: worldonline.es Agradecimientos a Epi Amiguet |