FRANCO, DE HÉROE A FIGURA DE CÓMIC: UN NUEVO LIBRO (y II)
 
 
 
 ANGEL VIÑAS
 
 
 
 Lamento la interrupción de este blog. Salvo un par de días en que mi mujer
 
 y servidor nos hemos dedicado a corretear por los bosques que rodean
 
 Bruselas, no he parado de trabajar. Tenía muchos cometidos que no
 
 admitían espera. Algunos de ellos han aparecido en otras publicaciones, un
 
 libro que saldrá en 2023 ya está enviado a la editorial y el que, con dos
 
 colegas, aparecerá a mediados de junio está casi listo para la imprenta. Este
 
 blog, que me lleva mucho tiempo, ha tenido que esperar. Lo siento.
 
 En el post precedente inicié un canto laudatorio al último libro de la profesora
 
 Matilde Eiroa. No entré en su análisis. Es muy recomendable tanto para los
 
 lectores que crean saber mucho de Franco como para los que quieran
 
 empezar a saberlo. A ambos grupos les son aplicables las siguientes razones,
 
 creo que extremadamente adictivas en cada caso:
 
 
 
 1. El primer capítulo cubre un tercio del libro y es el que probablemente
 
 más interese a los lectores no especializados pero que, como servidor,
 
 ya son talluditos. Les hará recordar las oleadas de mezclas, en
 
 proporciones varias, de babas e incienso que durante la dictadura se
 
 vertieron sobre tan excelsa figura. Se encontrarán, de nuevo, con
 
 personajes como Arrarás, Millán Astray, Giménez Caballero,
 
 Beneyto, Bolín, Guerra Campos, Pemán, entre muchos otros
 
 aduladores con escaso sentimiento del pudor y de la vergüenza De
 
 todos ellos hay una lista en la p. 55.
 
 
 
 2. También observarán la paulatina transformación de los mitos
 
 primigenios a medida que la dictadura se estabilizaba y daba paso a
 
 una pre-versión de las loas, hoy de nuevo frecuentes, de Franco como
 
 fundador (raras veces señalando que muy a pesar suyo) de la España
 
 moderna. En ocasiones con un tonillo de nostalgia: le debemos
 
 tanto, vivíamos tan bien, fue una época de tal placidez y con su
 
 representación ad hoc como abuelito de la PATRIA. Todo ello en
 
 un proceso de creciente humanización de su inmortal figura, porque
 
 las pasadas exacciones del César habían servido para algo muy
 
 positivo. Creó una España que ya contaba en el mundo (subtexto: no
 
 como ahora).
 
 
 
 3. A los lectores menos talluditos podrá interesarles en particular, quizá,
 
 el segundo capítulo. Las argumentaciones se hacen más modernas. No
 
 en vano durante dicho período, hasta finales del siglo XX, convivieron
 
 o cohabitaron, pero no se tocaron, los ditirambos hagiográficos (que
 
 ya empezaban a pasar de moda) con las visiones de esos, para algunos,
 
 aguafiestas que somos los historiadores y que nos empeñamos en
 
 derribar símbolos, reputaciones, estatuas, etc. en vez de continuar
 
 babeando, como si la grandeza de SEJE no fuera algo incontestable y
 
 siempre inmarcesible. Así, por un lado, Matilde Eiroa contrapone
 
 egregias figuras del porte de Manuel Aznar (abuelito de Don José
 
 María), Ricardo de la Cierva, Fernando Vizcaíno Casas y otros que ya
 
 están en la Gloria, regocijándose junto con su alabado en la paz del
 
 Señor, y las instituciones que ya despuntaban además de los viejunos
 
 órganos de prensa y propaganda que no tardaron en reconvertirse
 
 (ABC) o perecieron (Pueblo, Ya, El Alcázar). Enfrente, la ristra de
 
 historiadores, españoles y extranjeros, que ya sin mordaza empezaron
 
 a olisquear dentro de la armadura propagandística con la que
 
 periódicos y revistas, el cine, la radio y, sobre todo, la tele lo habían
 
 rodeado. En este capítulo ya vamos acercándonos a la actualidad.
 
 
 
 4. ¡Ay! El paso del tiempo y la historia no perdonan. El tercer capítulo
 
 nos presenta una decididamente controvertida imagen de Franco en
 
 los comienzos del presente siglo. Surge de cara a una generación que
 
 no había vivido para nada en la, por tantos y tan sabios, algodonada
 
 dictadura. Con el CIS y las encuestas de opinión por delante, entró en
 
 acción el derrumbamiento de los símbolos materiales, intelectuales,
 
 literarios del supermán que fue. Siempre en pugna con quienes
 
 apelaban todavía a los admiradores, viejos y nuevos, de la grandeza
 
 pasada. Un Franco, por así decir aculturizado de acuerdo con las
 
 nuevas tendencias de la moda y un pelín en contra de los empeñados
 
 en derrumbar su imagen. Matilde espiga lo más granado de entre unos
 
 y otros. Hay varios amigos míos y algún personaje a quien a mi no se
 
 me ha ocurrido nunca mencionar ni en pintura. Las películas, las series
 
 de televisión, las novelas llevadas a la pantalla son ya fundamentales
 
 en la pugna dialéctica entre unos y otros durante este período.
 
 
 
 5. Pero es, en mi opinión, el último y cuarto capítulo el que me ha
 
 proporcionada más delicias. Matilde Eiroa tiene una larga trayectoria
 
 como escudriñadora del mundo del internet. Ha escrito mucho y muy
 
 bien sobre esta nueva dimensión: la blogosfera, las redes sociales, los
 
 impactos, las controversias y las dificultades de aprehensión de la
 
 realidad virtual. Aquí brilla en todo su esplendor el entorno digital
 
 del mito y del antimito de Franco. Es así, porque las técnicas
 
 informativas y de manipulación que ese mundo alberga permiten los
 
 más variados despropósitos y, a la vez, constituyen armas nada
 
 desdeñables para su combate. ¿Quién, en el cscalón más elemental, no
 
 ha ido a buscar lo que no sabe o lo que no recuerda en, por ejemplo,
 
 Wikipedia? A quienes no podemos desplazarnos, y hemos sido
 
 millones y millones, a archivos, bibliotecas, Facultades o a hablar con
 
 amigos y colegas, Wikipedia -a pesar de todas sus limitaciones- se ha
 
 convertido en un instrumento insustituible. Matilde da ejemplos de
 
 controversias, reacciones, informaciones, memes y contramemes que
 
 harán, sin duda, las delicias de innumerables lectores. Ciertamente de
 
 quien esto escribe.
 
 
 
 6. A la lectura de este libro, que recomiendo vivamente y que a partir de
 
 ahora lo tendré casi de cabecera (es un decir), uno se pregunta si
 
 quedará espacio en el futuro para historiadores que han aprendido el
 
 oficio con los instrumentos tradicionales. No porque hayan
 
 desaparecido los reflejos de las acciones o representaciones pasadas,
 
 no, si estas han quedado guardadas en archivos, en master drives que
 
 puedan leerse con las tecnologías más avanzadas del futuro que sin
 
 duda llegarán. Me pregunto si no diluirán las decisiones de quienes
 
 cuentan a la hora de tomar decisiones que cambian, o pueden cambiar,
 
 nuestras vidas porque si no se reflejan con consistencia e insistencia
 
 ¡es tan fácil no dejar huellas! Sobre todo para quienes pueden borrar
 
 su paso por los corredores del poder y el ejercicio de las palancas
 
 correspondientes.
 
 
 
 7. Con buen criterio, Matilde Eiroa se adentra por terrenos más seguros. A
 
 la hora actual es difícil discrepar de su conclusión, a la que ha ido
 
 aproximándose tras casi 300 páginas de texto, de que Franco ha pasado
 
 de estar representado como un ser extraordinario (...) a un comodín
 
 utilizado como herramienta del humor para simbolizar situaciones
 
 ridículas, anacrónicas, irrisorias y objeto de la crítica mordaz. Sí, pero
 
 para quienes seguimos aferrados a la EPRE de los tiempos pasados, esa
 
 nueva representación debe ir de la mano de la que no lo es, como actor
 
 transparente, en virtud de sus actos, de una de las más sangrientas y
 
 sórdidas dictaduras de la historia de España. En cualquier caso, no se
 
 pierdan el libro de Matilde.
 
 Se reirán, mucho. También, en ocasiones, llorarán. Quizá lleguen a la
 
 conclusión de eso que cualquier tiempo pasado fue mejor no es cierto. En
 
 realidad, nunca lo fue. Y, si no, que se lo pregunten a los habitantes de
 
 Gernika. Hoy no cabe olvidar de que se cumple el 85 aniversario de su
 
 bombardeo por la aviación nazi-fascista al servicio de aquel general que no
 
 hemos olvidado. He publicado en InfoLibre una miniserie de articulitos para
 
 que no decaiga el recuerdo en una fecha casi redonda. A ella me remito.