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1ª Edición / 564 págs. / Rústica / Castellano / Libro
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Hace pocos años, los profesores José Alfredo Peris-Cancio y José Sanmartín Esplugues comenzaron ?guiados también por una intuición fecunda? un análisis filosófico del cine basado en premisas personalistas. Era urgente conocer las entretelas del gran pedagogo contemporáneo desde una antropología adecuada. Y ninguna mejor que el personalismo.
Pero Peris-Cancio y Sanmartín Esplugues dieron un paso más y consideraron oportuno elegir el Personalismo Integral como sistema específico de referencia.
La realización de este valiosísimo trabajo confirma la potencia del Personalismo Integral y su capacidad de aplicación en los grandes temas humanistas de la época; es más, como el Personalismo Fílmico se postula como una dimensión de la estética del Personalismo Integral, este escrito supone un enriquecimiento notable de nuestro proyecto que, hasta el momento, no se había adentrado en los caminos de la estética.
La obra de Julen Carreño muestra que el Personalismo Fílmico es un potente instrumento para reivindicar un cine respetuoso con la persona. En una sociedad que se despersonaliza y transforma a la persona en un objeto disponible para los más diversos usos, la
reivindicación intelectual y cinematográfica de directores que, en una dirección opuesta, han hecho una opción por la persona y sus valores parece de extrema necesidad. Y John Ford es, sin duda, uno de esos directores (?) su visión de hombres y mujeres, así
como de su entramado relacional, era personalista, lo que le condujo a apostar por la dignidad y el valor de la persona en cualquier circunstancia, incluso en las más terribles y sórdidas, como el periodo de la Gran Crisis americana, genialmente reflejada en Las
uvas de la ira.
Personalismo, por otro lado, no es buenismo. El personalismo asume la crudeza de la realidad, solo que no da una respuesta desesperanzada. Se mantiene abierto a la esperanza y a la trascendencia gracias a su fundamento cristiano, aunque sin esperar la
salvación tan solo del más allá. Cada persona debe luchar por ella en la medida de sus fuerzas, debe participar, en la terminología de Wojtyla. Y esto es lo que hacen los héroes (o antihéroes) fordianos. Son capaces de ir más allá de la dureza de la vida enfrentándose
a la despersonalización y, desde un contexto cotidiano y aparentemente sencillo, salvan a quienes les rodean ofreciendo un camino posible de redención. Esto es personalismo y por eso John Ford puede ser considerado personalista.
Juan Manuel Burgos