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1ª Edición / 556 págs. / Rústica / Castellano / Libro
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Este sexto Tomo de los Cuadernos de Filosofía y Cine sobre el personalismo de Leo McCarey está dedicado a dos películas del director que tuvieron muy diferente acogida entre el público. La primera, Once Upon a Honeymoon (Hubo una luna de miel, 1942) pasó casi desapercibida, mientras que la segunda, Going My Way (Siguiendo mi camino, 1944) fue un éxito de taquilla, que se vio culminado con seis Oscar en los aspectos de mejor película, director, argumento, guion adaptado, mejor actor y mejor actor de reparto.
Hemos podido demostrar en las páginas sucesivas que esta dicotomía ha sido dulcificadapor el tiempo. Las cualidades excepcionales de Going My Way no van en detrimento de que dos años antes McCarey presentara una comedia negra con Once Upon a Honeymoon
completamente acertada como crítica demoledora del totalitarismo nazi en clave de humor, en la misma línea que The Great Dictator (El gran dictador, 1940) de Charles Chaplin, de Arise My Love (Adelante mi amor, 1940) de Mitchell Leisen, o de To Be or Not To
Be (Ser o No ser, 1942) de Ernst Lubitsch.
La componente personalista del cine de McCarey queda plenamente plasmada en Once Upon a Honeymoon en la medida que se trata de una historia que nos presenta la reconstrucción moral de los personajes. Su resistencia al nazismo no procede de un hecho de
autoafirmación de la propia cultura política, sino de defensa del modo valioso de ser de la persona humana, sus comunidades esenciales en el matrimonio y la familia y los derechos inalienables que se derivan de aquí, lo que entraña defender la entraña de una sociedad libre.
Going My Way, por su parte, supone ya una propuesta de una sociedad que quiere reconstruirse y reinventarse cuando ya se atisba el final de la Segunda Guerra Mundial. La figura del párroco protagonista (Bing Crosby) pone ante el espectador el emblema de una actuación personalista y comunitaria, en la que propia felicidad se alcanza preocupándose por el bien de los otros, creando lazos de mutua ayuda y construcción comunitaria.
La humanidad que había combatido en la Segunda Guerra Mundial necesitaba escuchar que el conflicto no tiene la última palabra y al mismo tiempo comprobar que está en manos de las personas abrir caminos de paz en la sociedad. Con el dolor de las víctimas
inocentes de Gaza, de los secuestrados por Hamás y de la invasión de Ucrania en nuestros días seguimos teniendo la misma necesidad, por lo que recuperar la exitosa película de McCarey puede movilizar la mejor esperanza.