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Para Sócrates, el ejercicio filosófico, antes que dar con un cuerpo doctrinario establecido, se plantea bajo la forma de un proceso basado en el intercambio fructífero con nuestros pares, que permite una común participación del Logos (razón-lenguaje). La filosofía es entonces una práctica, una forma de plantearse ante la realidad sin tomar nada por descontado. Antes que establecer dogmas, importa iniciar la búsqueda, la excursión. Y el espacio donde ello es posible, en forma fundamental, se construye en el intercambio a través del lenguaje. En este tomo se incluyen, además del diálogo Apología de Sócrates, los diálogos Critón y El Banquete.
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