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1ª Edición / 256 págs. / Rústica / Castellano / Libro
A la nostalgia del civilizado hombre europeo por la libertad salvaje (??la civilización es sólo salvajismo con una capa de plata para despistar??, escribe Allan Quatermain), se une la fascinación por las civilizaciones ya desaparecidas, cuya descubrimiento es un leitmotiv de sus mejores novelas. Todo esto se encuentra en Las minas del rey Salomón, con las huellas de una antigua cultura y sus tesoros de piedras preciosas. Y más aún en Ella, donde Henry Rider Haggard crea toda una ciudad muerta, cuyas ruinas -más antiguas que el Egipto de los faraones- duermen en la soledad de un valle perdido. También en Allan Quatermain se halla una civilización perdida: pero esta vez está viva, y, en cierto modo, sus instituciones y costumbres complacen al autor hasta forjarlas a modo de utopía romántica. Siempre hay al final del camino un mundo aislado y cerrado, secreto y maravilloso. Suele estar rodeado y defendido por montañas o desiertos casi infranqueables, excepto para los elegidos.