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Voltaire, representante de la Ilustración francesa, difusor de ideas liberales, narrador dotado de fantasía, brillante estilista, llevó una vida agitada como intelectual perseguido. Preso en la Bastilla dos veces, malquerido por las autoridades que mandan quemar en público algunos de sus escritos, fugitivo de una Corte a otra, amigo adorado y luego repudiado por Federico II de Prusia, proscrito por Luis XV de Francia; protegido de cultas damas, causante de conflictos y víctima de vejaciones e injusticias, enemigo de los Jesuitas, de la superstición y de la hipocresía religiosa, este Voltaire, siendo ya un octogenario, en febrero de 1778 regresa a su París natal, después de treinta años de forzosa ausencia.
El acaso primer periodista independiente europeo del siglo XVIII, lleno de dudas, renuncia con disgusto a la cómoda soledad en los Alpes franco-suizos, porque intuye que aquel largo viaje va a ser el último de su existencia. El estreno de Irene, la última de sus tragedias, le pinta la ocasión idónea para "mostrarse" ante el gran público de París, que celebra todo lo que brota de su pluma. Luis XV murió hace tiempo y el nuevo soberano no ha vetado su regreso. Mas cuando llega, el temor a la muerte lo acecha. El miedo a que, si expira sin confesión y sin la extremaunción, los curas impidan su inhumación en tierra sagrada y releguen sus restos a algún lugar ignominioso. Si antes de morir aquel gran pecador se retractara de su impiedad aclamando a Jesucristo, ¡qué gran triunfo para la Santa Iglesia! ¿Qué hacer, pues? ¿Morir confeso, otorgando el sí definitivo a la clerigalla, o expirar como un filósofo libre para mayor gloria de la Ilustración? Con todo, este crucial episodio no oficia de eje central de El regreso de Voltaire como pudiera parecer al principio; el valenciano Martí Domínguez (1966), autor de Las confidencias del conde de Buffon y de El secreto de Goethe, conduce este magnífico relato de manera fluida recreando con imaginación y empatía las reflexiones y los sentimientos que pudieron asaltar a Voltaire en sus últimos días. Novela biográfica de gran altura, en la estela de Carlota en Weimar, de Thomas Mann, o El regreso de Casanova, de Arthur Schnitzler. Galardonada con el Premio Josep Pla 2007, entusiasmará a los asiduos a la recreación memorialista y a los amantes de la filosofía ya que las preocupaciones que expresa el viejo Voltaire y los intereses que animaron su espíritu son los que deberían inquietar a cualquier persona consciente: ¿qué hacer frente a la realidad insoslayable de la propia muerte? ¿Cómo hemos de juzgar nuestra vida pasada? ¿Hemos preservado siempre nuestra libertad frente al acoso de lo que pugna por oprimirla? ¿A costa de qué sacrificios? En suma, los postreros temores del filósofo y una clara reflexión sobre su vida constituyen el asunto y la trama de una novela conducida con aplomo. Ricos pensamientos y ocurrencias incrementan aún más la elegancia del estilo, y confieren credibilidad al retrato. Rodean al filósofo Diderot o el escultor Houdon, con quienes mantiene apasionados diálogos; o su amiga la marquesa Du Deffand, de la que oye sabios consejos. Y también aparecen otros personajes de menor calado, como su sobrina, madame Denis, a la que Voltaire se unió de manera incestuosa, o el aprovechado y fatuo marqués De Villette; todos creíbles con unas pinceladas. Si es cierta la sentencia de Voltaire: "Lo que está bien escrito permanecerá", entonces seguro que augura la buena suerte de este libro. L. F. MORENO CLAROS |