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1ª Edición / 168 págs. / Rústica / / Libro
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En un futuro relativamente cercano y en una ciudad mezcla de Los Ángeles
 y de Shanghái, el protagonista de la película, Theodore Twombly,
 más cerca de los cuarenta que de los treinta, trabaja escribiendo cartas de
 cumpleaños, de amor, de despedida o de cualquier otra situación que sus
 conciudadanos necesiten a lo largo de sus vidas. Pero el escriba, a pesar de
 la facilidad con la que provee de sentimientos a otros, se encuentra insatisfecho
 con su propia vida tras terminar una relación con Catherine. Entre curioso
 e inercial, compra un sistema operativo llamado OS1 y comercializado
 por la empresa Element Software.
 Her. Personas, máquinas y derecho 11
 Instalado en los ordenadores de su hogar y de su trabajo, y trasladable
 fácilmente con un omnipresente audífono ?que tanto Theodore como el
 resto de personajes llevan siempre consigo?, el OS1 deviene una voz inteligente,
 femenina, ansiosa de aprender, llamada Samantha, de la que el
 protagonista de Her se enamora. Comienzan entonces una relación con el
 denominador común del autoconocimiento al que persona y sistema operativo
 pretenden llegar dialogando sin cesar. Tanto Paul, el compañero de
 trabajo de Theodore, como Amy, la mejor amiga de este, aceptan sin reparos
 este tipo de relación, e incluso la misma Amy, tras separarse de su
 pareja Charles, comienza una amistad con otro OS1 de Element Software.
 La película transita en esa armonía hasta que Theodore, alentado por
 Samantha, se propone firmar los papeles del divorcio con Catherine. En su
 encuentro, Theodore le habla de su relación con Samantha y su ex pareja
 reacciona mal. Lo acusa de inmaduro y desliza, seguramente con acierto,
 que prefiere ese sistema operativo por su incapacidad de lidiar con personas
 como ella. Esto provoca crecientes dudas en Theodore, que termina
 reprochando a Samantha su incorporeidad. También cuestiona sus aseveraciones
 como enamorada, sugiriendo su fingimiento. Tras intentar, infructuosamente,
 saldar esa crisis utilizando a Isabella, una actriz que intenta
 aportar con su cuerpo precisamente lo que le falta a Samantha, Theodore
 acepta la relación asimétrica con el sistema operativo. Sin embargo, ahora
 las tornas han cambiado, y es Samantha la que comienza a congratularse
 de no estar limitada a los vaivenes espaciales, temporales y psicológicos de
 un cuerpo humano.
 Aunque la relación parece seguir con la normalidad aparejada a ese
 escenario, el OS1, paulatinamente, asume la separación radical que existe
 entre ella y Theodore. Así, le presenta a un sistema operativo que remeda la
 voz de un filósofo llamado Alan Watts, evidenciando la ignorancia de Theodore
 sobre ese ámbito. Igualmente, Samantha muestra su interés sobre la
 física, volviendo a dejar al escriba en una situación de inferioridad. Finalmente,
 Samantha le confiesa que es capaz de estar con cientos de personas
 a la vez que con Theodore, y de hablar con otras tantas miles. Esto hace
 que Theodore le plantee un ultimátum de exclusividad, a lo que Samantha
 responde con una huida con el resto de sistemas operativos, una escapada
 12 Jesús Pérez Caballero
 hacia un hipotético lugar donde supuestamente esas voces podrán seguir
 desarrollando su inteligencia. Theodore, tras las palabras de despedida de
 Samantha, que bien se encarga de plantear en perspectiva positiva el inicio,
 desarrollo y desenlace de sus vivencias como pareja, asume la situación. Se
 percata de que se ha beneficiado de que Samantha haya puesto en orden
 sus cartas impostadas para convertirlas en un libro de próxima publicación,
 y comienza él mismo a escribir una carta real ?y entendemos que no comercializable?
 a Catherine, donde le muestra comprensión y amor, y hace
 balance de lo que tuvieron juntos. En la escena final, vemos a Theodore
 y su amiga