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El Congreso de Viena de 1815, que acabó con la era napoleónica e intentó reinstaurar el Antiguo Régimen en Europa, supuso para los territorios de lengua alemana la consolidación de su división territorial. Solo Austria y Prusia gozaban de alguna importancia en el concierto de las naciones y de ambas, Austria,era el modelo a seguir por los estados absolutistas que habían ganado la guerra. Frente a esta restauración nacieron las corrientes políticas liberales y nacionalistas, y fue una revolución de este último tipo la que afectó a Austria en 1848, con una virulencia inusual en los territorios que no eran de lengua alemana y aspiraban a sacudirse el yugo austriaco. La revolución también afectó a los territorios alemanes que estaban fuera del Imperio, pero se comportó de forma distinta y cristalizó en la creación del Parlamento de Fráncfort. Fue un primer intento de unidad alemana, que terminó a finales de noviembre de 1850, cuando el canciller austriaco obligó a los prusianos a abandonar cualquier proyecto que aumentara su hegemonía y disminuyera la de Austria.