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2ª Edición / 2502 págs. / Cartoné / Castellano / Libro
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Durante siglos el proceso de ejecución fue algo de menor importancia frente al proceso de declaración. Bastaba ver los libros generales de Derecho procesal para convencerse de ello. Los abogados estaban casi convencidos de que lo importante era lograr una sentencia condenatoria, sin importar lo demás, y los jueces no prestaban atención al proceso de ejecución de títulos judiciales. La ejecución de la sentencia estaba poco y mal regulada en la LEC de 1881. En ella se partía de distinguir entre proceso de ejecución (títulos judiciales) y juicio ejecutivo (títulos no judiciales), dado así lugar a dos tipos de ejecuciones que se quería que fueran diferentes. Las cosas cambiaron con la LEC de 2000. En ésta existe un único proceso de ejecución, sea cual fuere el título, y lo más destacado es que se ha ido progresivamente destacando que el ejecutado puede tener algo que decir cuando se dirige contra él una ejecución, incluso cuando se trata de un título judicial o asimilado. Ya no estamos ante una ejecución en la que el ejecutado ni siquiera era considerado parte o, por lo menos, en un proceso sin verdadera contradicción. En los últimos años la crisis ha provocado un gran aumento del número de los procesos de ejecución y ahora es más necesario que nunca estudiarlo en profundidad teniendo en cuenta los graves problemas que la práctica ha ido provocando. En esta obra se examina en detalle el proceso de ejecución y se hace, partiendo de una base conceptual clara, atendido a la realidad jurisprudencial. Nunca como ahora ha sido necesaria una obra como ésta; una obra completa sobre el proceso de ejecución.