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1ª Edición / 184 págs. / Rústica / / Libro
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No es fácil tratar de reconstruir la vida del segundo cubismo, aquél que como consecuencia del estallido de la Primera Guerra Mundial y el desmembramiento de la vida artística parisina se vio obligado a reformularse, a reinventarse, a buscar nuevos horizontes. Poco sabemos de la labor de Léonce Rosenberg, quien estaría llamado a ser el sucesor de Daniel?Henry Kahnweiler, ?el célebre marchante de arte cubista exiliado en Suiza durante estos tumultuosos años?, y de su galería L?Effort Moderne. De él se ha dicho, que sus conocimientos sobre materia artística eran bastante superficiales y en muchos casos confusos, o que su encorsetamiento, cercano a la extrema derecha, le hizo apostar por un cubismo racional, frío y matemático, pero sobre todo colectivo y comercial. Quizás sea cierto, pero no hay olvidar que a él se le debe la tenacidad de apostar por un movimiento en el que algunos aún creían, y que su incondicional esfuerzo permitió que muchos artistas pudiesen vivir y trabajar durante la guerra e inmediatamente después, propiciando la concepción de algunas de las más excepcionales obras de sus carreras artísticas, incluso cuando ello le supuso la bancarrota. A Rosenberg se le debe, en definitiva, la posibilidad de que este segundo cubismo existiese. Este libro, profundamente cimentado en las correspondencias intercambiadas entre marchante y artistas que se conservan, ahonda en la labor comercial de este carismático personaje y su galería, al tiempo que profundiza en la riqueza estilística que los intercambios artísticos de los artistas que de ella formaron parte posibilitaron al cubismo, en un intento de, al menos en parte, resarcir la deuda que la historiografía ha contraído, desde hace mucho, con Léonce Rosenberg.