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1ª Edición / 148 págs. / Rústica / Castellano / Libro
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Si existe un aspecto que sirve de común denominador a la mayoría de películas de terror realizadas en el último tercio del pasado siglo, ese es el del protagonismo que en ellas adquiere el cuerpo humano. Se trata de un fenómeno amplio, diverso y complejo, pero que tiene su base en un aspecto fundamental: el hacer explícito aquello que antes era implícito.
Este protagonismo feroz que experimenta el cuerpo en el cine de terror ha de entenderse como parte de un fenómeno mucho más amplio: el nuevo papel que adquiere lo corporal en el arte contemporáneo. Así, desde las primeras manifestaciones del arte de acción hasta las más rabiosas propuestas posmodernas, el cuerpo ha ido ejerciendo esa relevancia en los más diversos ámbitos del universo artístico. Películas como El exorcista, La matanza de Texas, La cosa o Hellraiser son solo algunos ejemplos de cómo el cine de terror se ha revelado como el terreno más idóneo para que el cuerpo exhiba esas nuevas funciones y características que le ha conferido el arte contemporáneo.
Este cuerpo que propugna el nuevo arte no es un cuerpo proporcionado, unido, bello e ideal. Se trata, por el contrario, de un cuerpo que sufre la deformación, el derrumbamiento, la fragmentación y el castigo. Lo que se pretende con este breve trabajo es atender a aquellos aspectos más significativos, en lo referente a lo corporal, desarrollados por el cine de terror llevado a cabo en las últimas décadas de la pasada centuria.